He visto hoy una noticia sobre un Plan, promovido por Obama,
para aumentar la presencia del Arte en la escuela (La Sexta Noticias 1, Parte
3-9:55, que parece que interesa tan poco que no se han molestado ni en subir
luego el fragmento a la web).
He estado leyendo un poco sobre el tema, y parece
que le han llovido las crítica por dedicar millones a algo tan inútil
como el arte…a pesar de los resultados logrados, como la mejora de la autoestima
de los alumnos o el descenso de la conflictividad en el aula –sin contar el aumento de la motivación de los profesores–. Claro, que también se ha hecho en las 15
escuelas más pobre del país, que a lo mejor también molesta.
Pues desde aquí les digo a todos esos que se plantean ¿para
qué sirve el arte? que la pregunta es ¿qué es el arte? Y el arte es todo. Si
no, nos daría igual vivir en pocilgas en ciudades no planificadas, vestir
algodón sin teñir y pintar las paredes de color mierda…A ver si entonces echan
de menos el arte.
El arte es todo porque es lo que nos rodea. Desde la ropa
que vestimos hasta los cuadros que colgamos en casa. Desde el diseño de una
ciudad hasta el espacio que nos rodea: trabajando, estudiando, comiendo,
durmiendo…Arte es lo que nos hace sentir una puesta de sol o la gracilidad de
un gato. Arte son los colores, las texturas, los aromas y los sabores.
Y qué no nos cuenten milongas. Porque precisamente
los que nos repiten que el arte no sirve para nada –y su fomento en las aulas
menos aún– son los que se enriquecen con su compra-venta, con la especulación y
la falsificación…todo fuera del ámbito de Hacienda, que tampoco les tiene una
función muy clara.
Fijaos si nos afecta el arte a diario, que pido desde ya
vuestro voto para un futuro experimento: cambiar todas las puertas en
España a puerta correderas…Y estaréis pensando “¿?”… Pues una de mis teorías es
que la arquitectura doméstica –cómo abrimos las ventanas, cómo nos desplazamos
por su interior, etc.– afecta, no solo al carácter de una persona, sino al de
todo un pueblo.
Así que propongo cambiar nuestras puertas por unas
correderas al más estilo japonés. No sé si lo habéis experimentado, pero te
obliga a moverte con una calma sorprendente: te paras, la abres lentamente,
pasas, te das la vuelta, la cierras despacio –¡si es que no se pueden dan
portazos sin hacer el ridículo!–…total, que esto, a diario, y de forma continuada, explica seguro la
educación y el sosiego aparente de los japoneses. El ejemplo contrario: las
puertas del Saloon americano, que ni se abren ni se cierran ni te hacen
frenar. ¡Cómo no van a disparar sin pensar, si es que no tienes ninguna barrera
que te haga pararte y reflexionar, desde el caballo al muerto sin que el humo
te deje de salir por las orejas! ¡Qué se puede esperar de una puerta que se
“abre” con la barriga…no y no y mil veces no, es que no hay color.
Y porque parece que la ira es la sensación de moda entre
la población española, propongo utilizar las puertas correderas como un momento
de respiro obligatorio que nos ayude a calmarnos, a ver si funciona. Un obstáculo
zen.
Y eeeesta es una de las aplicaciones del arte en la vida
diaria. Así que: sí, el arte sirve para muchas cosas…y más que os iré contando
(ja!).
Y aprovechando el tema inicial os recomiendo una serie
–os creíais que os ibais a escapar–donde se ejemplifica muy bien como la
introducción de la música en el aula puede cambiar a los chavales y a toda una
comunidad: Tremé.
Sorprendentemente es una serie poco conocida en España
(y lleva tres temporadas), a pesar de que es excelente y única (y para los aficionados
al jazz imprescindible).
Y por cierto, que transcurre en Nueva Orleans tras el
Katrina…territorio que fue Español y cuyos carteles con los nombres de las
calles –en la zona antigua, claro– son de cerámica de Talavera. Ja. ¡Cuando
consiga ir os digo cuantos quedan! (Que misterio...)
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