miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Para qué sirve el arte? (¡y especular no es la respuesta! OMG)



He visto hoy una noticia sobre un Plan, promovido por Obama, para aumentar la presencia del Arte en la escuela (La Sexta Noticias 1, Parte 3-9:55, que parece que interesa tan poco que no se han molestado ni en subir luego el fragmento a la web).

He estado leyendo un poco sobre el tema, y parece que le han llovido las crítica por dedicar millones a algo tan inútil como el arte…a pesar de los resultados logrados, como la mejora de la autoestima de los alumnos o el descenso de la conflictividad en el aula –sin contar el aumento de la motivación de los profesores–. Claro, que también se ha hecho en las 15 escuelas más pobre del país, que a lo mejor también molesta.

Pues desde aquí les digo a todos esos que se plantean ¿para qué sirve el arte? que la pregunta es ¿qué es el arte? Y el arte es todo. Si no, nos daría igual vivir en pocilgas en ciudades no planificadas, vestir algodón sin teñir y pintar las paredes de color mierda…A ver si entonces echan de menos el arte.

El arte es todo porque es lo que nos rodea. Desde la ropa que vestimos hasta los cuadros que colgamos en casa. Desde el diseño de una ciudad hasta el espacio que nos rodea: trabajando, estudiando, comiendo, durmiendo…Arte es lo que nos hace sentir una puesta de sol o la gracilidad de un gato. Arte son los colores, las texturas, los aromas y los sabores.

Y qué no nos cuenten milongas. Porque precisamente los que nos repiten que el arte no sirve para nada –y su fomento en las aulas menos aún– son los que se enriquecen con su compra-venta, con la especulación y la falsificación…todo fuera del ámbito de Hacienda, que tampoco les tiene una función muy clara.

Fijaos si nos afecta el arte a diario, que pido desde ya vuestro voto para un futuro experimento: cambiar todas las puertas en España a puerta correderas…Y estaréis pensando “¿?”… Pues una de mis teorías es que la arquitectura doméstica –cómo abrimos las ventanas, cómo nos desplazamos por su interior, etc.– afecta, no solo al carácter de una persona, sino al de todo un pueblo.

Así que propongo cambiar nuestras puertas por unas correderas al más estilo japonés. No sé si lo habéis experimentado, pero te obliga a moverte con una calma sorprendente: te paras, la abres lentamente, pasas, te das la vuelta, la cierras despacio –¡si es que no se pueden dan portazos sin hacer el ridículo!–…total, que esto, a diario, y de forma continuada, explica seguro la educación y el sosiego aparente de los japoneses. El ejemplo contrario: las puertas del Saloon americano, que ni se abren ni se cierran ni te hacen frenar. ¡Cómo no van a disparar sin pensar, si es que no tienes ninguna barrera que te haga pararte y reflexionar, desde el caballo al muerto sin que el humo te deje de salir por las orejas! ¡Qué se puede esperar de una puerta que se “abre” con la barriga…no y no y mil veces no, es que no hay color.

Y porque parece que la ira es la sensación de moda entre la población española, propongo utilizar las puertas correderas como un momento de respiro obligatorio que nos ayude a calmarnos, a ver si funciona. Un obstáculo zen.

Y eeeesta es una de las aplicaciones del arte en la vida diaria. Así que: sí, el arte sirve para muchas cosas…y más que os iré contando (ja!).

Y aprovechando el tema inicial os recomiendo una serie –os creíais que os ibais a escapar–donde se ejemplifica muy bien como la introducción de la música en el aula puede cambiar a los chavales y a toda una comunidad: Tremé.

 Sorprendentemente es una serie poco conocida en España (y lleva tres temporadas), a pesar de que es excelente y única (y para los aficionados al jazz imprescindible).

Y por cierto, que transcurre en Nueva Orleans tras el Katrina…territorio que fue Español y cuyos carteles con los nombres de las calles –en la zona antigua, claro– son de cerámica de Talavera. Ja. ¡Cuando consiga ir os digo cuantos quedan! (Que misterio...)


No hay comentarios:

Publicar un comentario