lunes, 18 de marzo de 2013

Habemus Papam: Gian Lorenzo Bernini



Es cuanto menos curioso empezar un blog de arte hablando sobre el Papa…bueno, veremos que tiene su por qué.Una de las principales razones es contestar (bueno, que no se exalten, digamos explicar)  a todos esos airados que tras diversas bromas, chanzas y chascarrillos sobre el tema se sentían muy pero  que muy airados.

Decirles, en primer lugar….«que la fama cuesta». Esto es así. No pueden pretender que corten todas las emisiones de televisión para retransmitirnos en directo la proclamación de una nueva máxima autoridad de una religión entre otras tantas sin que, cuanto menos, alucinemos. Además que esto, bien mirado, es publicidad gratuita. Información corporativa no solicitada, vamos, con la que es de esperar, cuanto menos … ciertas bromas. Que no son juicios de valor, sino el análisis de unos hechos. Porque digo yo, que menos publicidad tuvo OT y todavía nos reímos de alguno. Se parece, sobre todo, al desfile de la Selección de Fútbol cuando ganó el mundial….bueno, mejor, a la Copa del Rey de Madrid con Ramos en el autobús. Qué momento. Si a Francisco se le cae desde el balcón cualquier cosa también nos habíamos partido de risa. Quizá por eso no se acercaba mucho al borde del balcón ni llevaba adornos…bueno, bueno, pero eso ya es otro tema.


Dicho esto, me interesa, y mucho, quien disfruta en usufructo del  patrimonio que se encuentra en el Vaticano. Estos bienes tienen un carácter tan especial, tan relevante y singular, que están por encima de la propiedad privada. No digo que se vayan a dedicar a venderlo a escondidas como en los pueblos «de antes». Pero siempre que cambian al jefe preocupa que va a pasar con la empresa. Si no, al loro cuando fallezca la Duquesa de Alba. Ahí lo dejo (que a mí ya me viene la preocupación).


Lo que desde luego queda claro en estas ceremonias es que «Habemus Papam». Que no se llama si no Gian Lorenzo. Bernini, claro. ¡Qué bueno es invertir en un arquitecto de calidad! (políticos, tomad nota. Primero se aprende de arte. Se valora al artista. Y se construye de verdad).

Ahí sigue su obra, presencia rotunda. Protagonista absoluto. La plaza de San Pedro es el auténtico Papa. Tan perfecta y definitiva. Puede que si la hiciéramos ahora cambiáramos los adornos, pero la matemática…es inmejorable. Y todos, absolutamente todos, cuando miraban la ceremonia lo que veían, les emocionaba y les henchía era un espacio arquitectónico sublime. Ese espacio circular donde parece que rebotan las emociones y las aumenta. Ese círculo auto-absorbente de los enamorados. De hecho puede que funcione así. Su grandeza, te enamora. Este amor se recibe de vuelta debido a los brazos que te acurrucan. ¡Qué mejor entonces que el amor correspondido! Y entonces, quedas anestesiado por esa sensación y se paraliza el tiempo. ¿Magia? No. ¿Devoción? Tampoco. Porque los Papas y las religiones…son pasajeras. Pero la verdadera arquitectura, el Arte...es eterno.