El 6 de
diciembre se estrena Knightfall, la tan esperada
aventura épica sobre los cruzados de History Channel que emitirá HBO y que
parece llamada a acunar los corazones de los que en estas Navidades echen de
menos Juego de Tronos.
Pude acudir al preesteno en España, donde
acudió su protagonista Tom Cullen,
y, la verdad es que me dejó sentimientos
encontrados.
La
serie nos narrará la caída de los templarios desde la
caída de Acre en 1291, momento en el que arranca la serie, hasta
(presumiblemente) su disolución el 13 de octubre de 1307. Viernes, por cierto,
y origen de la leyenda de la mala suerte de esta fecha.
En
principio, sin ver nada, la historia se presenta muy atrayente: caballeros, uniformes con
halo romántico, espadas, batallas y nobles corazones. La Edad Media más idealizada y fantasiosa.
Al arrancar es inevitable pensar, en primer
lugar, que se nota que History Channel no necesita un buen piloto
para vender la serie: el primer capítulo, como fue el de Vikingos, es un
tanto mediocre y muy muy introductorio.
La batalla de Acre es muy decepcionante, ya
que las maquetas se hacen tan evidentes que dudas si estás viendo una gran producción
o una de esas películas... Los personajes, maniqueos y sin fuerza.
Algo está mal cuando se reúnen con el
representante del Sultán y la historia que quieres ver es la de los musulmanes:
qué interesante, qué ropajes, ¿saldrá qué ocurre desde ese lado y podremos
comparar las culturas? ¿Y por qué luchan ellos?
No.
Decepción.
Así que nos
quedamos solamente con la otra parte de la historia: la del hombre, blanco,
cristiano, miembro de un “club” (de ricos, los templarios) que se dedica a
prestar dinero, hacerse rico y a matar musulmanes. (¿?)
Como os imagináis, a estas alturas, la historia me pareció bastante inadecuada
y arcaica en el peor de los sentidos. No sé qué pretende History Channel; igual
este es el comienzo y dará giros poco a poco hacia la alianza de civilizaciones
o, simplemente, a mostrar la complejidad que la época tuvo.
Veremos.
Pero me
temo también que siga la estela de «El Código Da Vinci» de Dan Brown y
sus secuaces. Empezando por asumir el dogma de fe de
que el Santo Grial existió. Físicamente. Y que se luchan por símbolos y
creencias y no por aprovechar oportunidades, acumular poder y riquezas. Un poco infantil para el público de HBO.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCuU7dvToZO3i4-42-FEBFghlI2xi418Oac4-NCzVpVYT8FZ4zZajcrK6SD_p4Hormfs8rBmDf5qwPzgr5YAiaZ6Z5gOujSjYBHthGUnU2gvu9epkCht7Le-Z65UpeprzXw51223V4NSI/s320/Papa2.jpg)
En cambio, otros, como Guillermo de Nogaret (Julian Ovenden), personaje histórico con gran
relevancia en la trama por venir, pasa por completo desapercibido y no suscita
el más mínimo interés.
Para el
resto de los actores creo, simplemente, que los papeles les han llegado
demasiado pronto, y no ayuda a darle credibilidad a la trama.
El protagonista Landry, el caballero templario, está interpretado por Tom Cullen, que contaba con 31 años
cuando se rodaron los capítulos. Y se nota. Físicamente tiene fuerza, pero le
falta solera: nos contraponen el presente con 15 años atrás, cuando sucedió el
asedio de Acre y lucho ferozmente con… ¿16 años?
Lo mismo ocurre con Juana de Navarra, madre de una adolescente Isabel, interpretada por
Olivia Ross con ¿29 años? ¿Y hace de
madura sexy que impone su voluntad de forma velada?
Creo
que si se hubiera hecho la serie, por ejemplo, siete años más tarde hubiera beneficiado a todos, tanto a los
actores y a su presencia, aportando verosimilitud y fuerza a los personajes,
como al guion, que adolece de simpleza y de conocimiento superficial de la
historia.
Y es que en el segundo capítulo la princesa
Isabel grita a los cuatro vientos que quiere casarse y ser reina ¿de Cataluña? Este “detalle” no solo provocó la risa
generalizada en la sala, si no que, a los historiadores presentes en la sala, nos ha hecho ponernos
a la defensiva y desconfiar, por norma, de todo lo que se cuente. ¿Es este el rigor de una serie “histórica”
de un millón de euros?
Por cierto, History Channel, qué pasa con la cabecera ¿no hay?
¿Falta esa obra de arte de síntesis cinematográfica que es la entradilla
audiovisual? ¿No la tienen lista? La cabecera de Isabel es insuperable, pero hay
que intentar con alguna que se la parezca. De nada.
En definitiva, estos dos primeros capítulos fueron un disparate; entretenido,
violento y con sexo gratuito, pero inconexo y un tanto improvisado, que no
sabemos cómo van a evolucionar. Al final del segundo se vislumbra un cambio de
ritmo y empezamos a preguntarnos cosas, pero ni es Vikingos, ni El Ministerio del Tiempo, ni Los Borgia,
producción, por cierto, de la que ha aprovechado parte del decorado en sus
estudios en Praga.
Seguiré
la serie, la curiosidad de ver cómo salen de este embrollo es demasiado grande. Aunque al mismo tiempo temo que se quede en esta visión de la
historia fragmentada, distorsionada y simplificada, que poco puede aportar si
no la simplificación de nuestro propio pensamiento.
Espero
que la calidad de los guionistas me sorprenda.
Plus de cotilleo: en el IMDb de Tom Cullen pone que mide 1,85cm. Solo puedo decir que hemosido engañados.
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