domingo, 7 de enero de 2018

Navidades made in UK (II)

Además de los especiales de los que os hablé en el post anterior, estas Navidades estábamos esperando dos grandes adaptaciones en la BBC: Little Women (Mujercitas) y The Miniaturist.

La primera, Little Women, es una miniserie de tres episodios, que se emitieron entre el 26 y el 28 de diciembre.

Aunque prometía ser una puesta al día de la versión que todos recordamos, la de 1994 con Winona Ryder y Susan Sarandon, se quedó en entretenimiento ¿familiar? para días ociosos.

A ver, si a lo mejor el cartel ya nos lo advertía; tan blancas, tan floridas y tan vestidas en tonos pasteles.

Quizá el origen del problema sea la propia historia; la novela, publicada en 1868, cuenta la historia de Meg, Jo, Beth y Amy: cuatro jóvenes que se hacen mujeres durante la época de la Guerra Civil de los Estados Unidos. 

¿Y qué significaba hacerse mujer? Pues casarse, claro, y entrar en la espiral de sufrir-estar bonita, y ser dulce, y refinada y, por supuesto, como son clase media, ser caritativo con los vecinos. No solidarios: caritativos. Que cuente y que se reconozca la ayuda como una virtud del alma.

Recuerdo que solo el personaje de Jo, que parecía que se salía de los cánones, que quería ser escritora ¡y se cortaba el pelo! nos daba un poco de interés a la historia...

Pues en esta adaptación tampoco esto. Porque termina con un alegato a favor de los niños (y no de las niñas) que no solo no entendí, sino que me dejó estupefacta.

Creo que lo único que me gustó es que las actrices ya no aparezcan tan hiper maquilladas y se empiece a poder ver un tipo de piel más imperfecta, con manchas y pecas. Pero si esto es todo...

No sé, creo que este tipo de cine es solo para cuando eres muy niña (y no te pispas) o muy conservador en espíritu. Pero, en nuestro siglo, creo que estas historias sobran por completo. 

Lo estrenará Telecinco en España. Digamos que, después de verla, entiendo mejor porque la ha comprado esta cadena y no otra.



La segunda serie destacada y, también, muy esperada (y publicitada) fue The Miniaturist, con dos capítulos.

Aquí os tengo que contar, desde mi propia ignorancia, que está basada en la novela del mismo título publicada en 2014 por Jessie Burton. Por lo visto es un best seller  publicado en España con el título  "La casa de las miniaturas"(lo siento, pero no consumo) que ganó varios premios; de ahí mi sorpresa.

Porque lo que vi en la televisión, sin saber si era adaptación o guion original, fue un despliegue artístico y de fotografía espectacular -en muchas ocasiones un magnífico cuadro viviente- pero una historia sin desarrollo de personajes, con un argumento flojo y una total desunión narrativa.

Vamos, lo que viene siendo un ¿qué me estás contando? Pero literal: ¿qué nos quiere contar con esto?

La historia empieza así: Petronella Oortman, una joven de 18 años, se casa con el rico Johannes Brandt, y se marcha a vivir en la casa que este tiene en la zona más rica de Amsterdam. De su mano vamos descubriendo la ciudad del siglo XVII y sus prósperos comerciantes.

Como regalo de bodas recibirá una casa de muñecas. Esto merece un inciso.

Las casas de muñecas de la sociedad neerlandesa del XVII son unos objetos muy interesantes, que se pueden observar en el Rijksmueum de Amsterdam, entre ellas, la que aparece en la serie. Su interés residen en que no son un juguete: es la representación exacta de la casa familiar, una copia del bien más preciado de los burgueses de la época: su casa y su contenido.

Son objetos de gran tamaño, con un realismo magnético, que tienen un halo muy misterioso.

Este carácter de misterio es lo que aprovecha la autora de la novela, sugiriéndonos que la casa de muñecas es entre un objeto profético y uno de magia negra. Un poco fantasioso, pero vale, muy novelesco.

La casa de muñecas funciona; las secuencias, visualmente, son auténticas obras de arte. En muchas ocasiones no tienes claro si la imagen corresponde a la casa de muñecas, a la casa real o a un cuadro holandés del siglo XVII. 

Los bodegones, sublimes. Imágenes que cobran vida con colores y brillos perfectos. Hasta aquí, el sueño de cualquier historiador (del arte).

A partir de ahí, no entiendo la simpleza del argumento. No os cuento mucho para que os sorprenda (¿?) o por si le encontráis el sentido, pero para mí es una historia corriente narrada con personajes sin chispa.

Quiere ser una Joven de la Perla, pero claro, allí la historia era pictórica. Aquí se necesita algo más que una imagen para que la trama avance.

Cuando terminé el segundo capítulo pensé, en este orden; a) que me faltaba otro por ver; b) que habían suspendido la serie antes de tiempo o c) que habían dado el corte y que el guionista no se esforzó mucho. De ahí mi cara de sorpresa al saber que está basada en una novela, que en principio, se les presupone más tiempo para escribir.

Yo os la dejo a vosotros. A mí, argumentalmente, todo se me hizo raro raro. Culturalmente, como reflejo de una época, si me gustó, y seguro que es la típica serie que se utilizará en fragmentos para explicar en el colegio la historia del arte.

Me quedo, como curiosidad, una frase que dice la cuñada de la protagonista cuando llega a su habitación en la lujosa casa de Amsterdam: no cierres las cortinas, que los vecinos te vean.

Fui Erasmus en Amsterdam y hubo muchas cuestiones culturales que despertaron mi curiosidad, entre ellas, los grandes ventanales (bien) sin cortinas (muy mal) ni persianas.

Quizá era el pasado hispanomusulmán el que no entendía ese mostrar tu casa, pero era un tema que me creaba un gran malestar; para mí es como una tortura.

Por supuesto, en mi inocencia de B1 pregunté a mis amigos neerlandeses si ellos no encontraban raro el no contar con intimidad en el hogar. Y ellos, con la misma inocencia, me dijeron que un holandés nunca se atrevería a mirar a través de los cristales de otra casa.

Ahora, que los dos sabemos un poco mejor cómo funciona el mundo, nos reímos de esta ocurrencia. Claro que se mira, y claro que el de dentro hace un despliegue (un cuadro, un bodegón) para que veas todo lo que tiene.

Hasta los he visto perfectamente vestidos, sentados en el sillón, con su periódico, representando el papel a la perfección para los ojos indiscretos que miran.

Estas curiosidades y diferencias culturales son el disfrute de la serie. Bueno, para mi es el origen del disfrute de viajar; esa media sonrisa que te traes de recuerdo. ¡Cómo es la gente! (Pero de esto ya hablaremos otro día).

Pero, por favor, si descubrís el sentido de la historia, contadme, que no me llega la epifanía (ni viéndola en seis de enero).