jueves, 7 de diciembre de 2017

The Marvelous Mrs. Maisel

No todo el mundo sabe que con Amazon Prime tienes acceso a su catálogo de series a la carta a través de Prime Video, y, mucho menos, que entre ellas tiene algunas obras maestras como la recientemente estrenada The Marvelous Mrs. Maisel.

Mrs. Maisel viene a contestar qué pasó con aquellas brillantes alumnas que estudiaban en Wellesley en «La sonrisa de Mona Lisa». ¿Qué hicieron tras graduarse con honores en la misticidad femenina?

Bien, lo consiguieron todo: una formación, un cuerpo fantástico gracias a la gimnasia perenne; un marido, dos hijos (niño y niña, por supuesto), un guardarropa de ensueño y, sobre todo, mantener ese ideal de mujer sin que los demás, y especialmente su marido, se dieran cuenta del trabajo que lleva. Todo ocurre como algo natural, fluido. Que nadie sospeche que hay un gran esfuerzo (y sacrificio) detrás.

Bien, pues cuando has conseguido todo, ¡hasta una boda perfecta que organizas tú misma! ¡Cuando eres un icono de los años 50 hecha mujer! ¿Qué ocurre cuando la perfección no es suficiente? Te han dado unas normas, unas planillas de ejercicios, unos modelos constantes para perpetuar este rol. Lo has hecho todo. Lo has conseguido todo. ¿Y aun así, tu marido te deja?

En serio. Tenemos a una protagonista que espera, pacientemente, peinada y con barra de labios (un símbolo de este periodo, que compran de tres en tres), en la cama, junto a su marido, a que este se duerma para ir a quitarse, en secreto, el maquillaje y las pestañas postizas; a ponerse los rulos y embadurnarse de crema. Y así, de todo menos cómoda, irse a la cama y dormir tal Tutankamon para despertarse antes de que suene el despertador, ir al baño, maquillarse, peinarse, y volver a la cama. Y fingir, cuando suena el despertador, que no lo ha oído ¡oh sorpresa! Ya que las mujeres, por supuesto, están así de divinas cuando se despiertan en la mañana.

Y este es el arranque de la serie donde la protagonista, Maisel, ha estado acompañando y animando la otra carrera de su marido, la “creativa”, como humorista en el Village. Porque también jugaban a hacerse los modernos, a ir con sus jerséis de cuello vuelto de color negro a clubes alternativos donde él hacía monólogos y ella tomaba notas para que mejorara en sus actuaciones. Y aplaudía. Como una auténtica fan de su hombre.

Pero resulta que su marido no solo es un fraude como pareja sino, y quizá más grave, como monologuista, ya que descubre que su actuación es robada. ¡Lo hacen todos, le dice!

Y aquí empieza su verdadero camino como individuo. Conociendo a otras mujeres, otras realidades. Saliendo poco a poco de esos apartamentos de ocho habitaciones de la parte alta de Manhattan. Y descubriendo, también, que la que tenía algo que decir, y de manera divertida, era ella.

A partir de ese momento irán apareciendo fantásticas secundarias, formando entra todas un tejido de mujeres que evidencian la diversidad que había tras la artificial imagen de ama de casa de los años cincuenta y también como, tras la aparente calma del agua estancada, surgía una corriente subterránea que terminará por emerger en los años sesenta.

Tras esta genialidad ­̶ entretenida, inteligente, divertida̶̶  está Amy Sherman-Palladino, una escritora con un estilo rápido y audaz, mordaz como la propia protagonista cuando se sube a un escenario, conocida por Rosanne y las Chicas Gilmore, que nos regala una magnífica madurez creativa.

Amazon ha comprado ya las dos primeras temporadas.

La versión resumida de la serie dirá que es la historia de un ama de casa que decide hacerse monologuista.

Ni es solo un ama de casa ni decide solo hacerse monologuista. Es una mujer que por fin pone en valor todas sus destrezas, innatas y aprendidas, a la vez que deja esa niñez impuesta por una sociedad podrida en sus cimientos.

Y este, el de convertirse en Mujer, es un viaje fascinante.


Os la recomiendo sin duda. 


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