sábado, 25 de enero de 2014

El color del año: el orquídea radiante

¿Sabéis ya que el color de este año es el orquídea radiante o qué? Es el Pantone del 2014, y ¡me encanta!

Para lo que no tengáis ni idea de qué es esto, el Pantone Matching System es un sistema de identificación, comparación y comunicación de colores para las artes gráficas: el más reconocido. Nació en los años 60. Y para los que hemos estudiado historia del arte es el "por fin": por fin una manera objetiva de diferenciar tonos. Porque vamos, ¡como que verde? ¿Verde qué? ¿Blanco cual? ¿Azul cómo? Es que así no se puede.

Yo estoy especialmente enamorada de este sistema, porque además cada año elige el tono estrella de la temporada: no penséis que el Zara se inventa nada....Y lleva tres años...

En el 2012 el Mandarina Tango (¡pero como he podido vivir sin este color!); nunca un color tan atrevido quedo tan bien a las pelirrojas pecosas...para el 2013 el Esmeralda...y en 2014 estad preparados para el Orquídea Radiante...y digo bien porque ya he visto electrodomésticos para hipsters de este tono...

Y es que un color no es solo un color. Desde que en el XIX surgieron los pigmentos industriales sabemos que las mezclas son infinitas...y una pizca de blanco, de rojo, de gris...una pequeña diferencia consigue una atmósfera (y unas sensaciones) totalmente diferentes.

Yo, por supuesto, tengo mis favoritos, algunos recientes y otros históricos. Algunos reproducibles y otros, no tanto. Os los enseño.

De los Pantone tengo pasión por el Mandarina Tango: un tono anaranjado alegre, pero con la fortaleza del rojo: tiene un toque más elegante y sofisticado que el naranja común sin ser tan agresivo como el rojo. Ya os digo, que como tengáis pecas...os queda bien seguro. Y para los textiles y lienzos me parece un color muy adecuado también, muy vitalista.

De los históricos...bueno, ya os he confesado en un post anterior mi pasión por el IKB: International Klein Blue. Un azul ultramarino, eléctrico, y con textura aterciopelada. El Azul Klein, vamos. Patentado antes de que existieran los Pantone... ¡Hay cuanto me gustaría a mí inventarme un color! (Y vivir de sus rentas también, claro).

Y en cuanto a otro color que me fascina...recuerdo todavía el sentimiento de quedarme sin respiración con el tono de verde de la Galería Dorada del Charlottenburg, en Berlín. (Podéis verla en detalle aquí).

Aún hoy me cuesta definirlo, porque no era un verde pastel, ni mucho menos. Pero si que era un verde claro, seguro que rebajado con blanco; pero mantenía todo el brillo y toda la intensidad del verde en la naturaleza.

Todavía lo veo hoy y me parece espectacular, y ya os digo que no soy nada nada fan de los colores pasteles. Pero es que este tono de verde es muy especial. Puede que lleve algo de dorado porque la combinación en la sala con el oro es muy adecuada...

Me encantaría conocer el tono exacto, sobre todo, para poder reproducirlo en mi casa...porque el Amazonas de Bruguer se da un aire, pero vamos, si lo queremos al detalle, ni de lejos.

Os animo a que visitéis virtualmente este espacio tan sugerente y así de paso ayudo a quitar toda esa lacra de que el rococó es recargado. El rococó es todo luz y luz; espacio y simplificación. Vale, no eran minimalistas, pero venían del Barroco...¡a ver que iban a hacer! Pero dejaros llevar sin prejuicios por este ambiente y veréis que todo es luz, aire, naturaleza entrando a raudales y espacio y espacio, tan liviano.

Creo que es el mismo tono de varios pabellones en Sanssouci, pero la sensación no era exactamente la misma: puede que por las dimensiones del edificio o por el hecho de estar en el exterior. No sé. ¿Mismo color, pero diferente efecto? No sé, no sé. A lo mejor no es exactamente el mismo.

¿Veis? La mínima variación lo cambia todo.



Y el otro color del que estoy absolutamente enamorada es del blanco. ¡Qué anda que no es difícil saber de qué tono de blanco! Puf, es el color que más tonos tiene...imposible. Pero os digo de que blanco en concreto os estoy hablando.

Este blanco lo descubrí en el Museo del Louvre; y como casi siempre, fue un poco casualidad. Porque yo estaba ahí para ver y disfrutar del Embarque de Citerea de Watteau....que ahora que lo pienso, es la misma razón por la que fuí a Charlottenburg, para ver la otra versión....Raro, raro...El embarque de Citerea unió dos de mis colores preferidos...

Bueno, pues aquí estaba yo con cara de intelectual, analizando hasta el último detalle del Embarque...cuando me giro y a mi derecha, como protagonista absoluto, esta el Pierrot de Watteau; una obra de metro cincuenta donde el protagonista absoluto es el blanco del traje. Pero absoluto.

La imagen también es muy interesante; es la cara del payaso, del animador de la Comedia del Arte...que aquí está melancólico y cansado, con los brazos caídos. La tristeza del que entretiene, la marioneta del sistema. Le veo pensando -si es que no me rodean nada más que patanes.

Pero independientemente del gesto, del fondo, de la historia; el protagonista absoluto en esta obra, que parece un bodegón, es el blanco rotundo, precediendo casi al arte abstracto. Blanco y nada más. ¿Y qué más? Da igual si es blanco sobre fondo blanco, o sobre fondo negro...es El Blanco.

He de reconocer que esta obra me revolucionó un poco mi propia historia del arte, y fue el inicio de un affair con un color que, por común, no es menos especial. Me gusta cuando aparece en los paisajes, en la nieve; en los trajes y en los fondos. Pero también cuando aparece tal cual: blanco. No necesito más. 

Os dejo una selección de "mis blancos" favoritos, aunque ya sabéis como es esto de las reproducciones: nunca se consigue el tono correcto.

Espero que os llegue mi devoción por estos colores, y bueno, como siempre, estoy deseando aprender y que me sorprendan, así que ¡animaros a decirme los vuestros!.








No hay comentarios:

Publicar un comentario