sábado, 20 de diciembre de 2014

Cementerios navideños en Irlanda

Como decíamos ayer....ya están aquí de nuevo las Navidades, y con ellas...¿las depresiones?

Personalmente no termino de entenderlo. Muchos me dicen que son épocas en las que se echan de menos a los que no están. Esto puede ser correcto. Pero supongo que también aplica a otras fiestas de guardar.

No sé. Le doy vueltas y no termino de verlo. Me parece un poco como cuando a las madres no les apetece hacer algo y sieeeeeempre les echan la culpa a los niños, en plan: "Es que a menganita no hay quien la lleve a pitupli". Y claro, con la excusa eso que se ahorran. (Ahora, que el niño cuando se entere va a flipar, como me pasó a mí).

Seguro que me falta experiencia y que soy yo, no ellos; pero desde luego, cuando yo muera, que nadie deje de celebrar las Navidades. Al contrario: más vale que sigan disfrutando -o no respondo de mi mortitud-.

Y eso que yo, yo, no celebro las Navidades: celebro el solsticio de invierno. ¡Algo que es como para no celebrarlo!

Después de cada día notemos, en más de dos minutos, que los días se van haciendo más cortos, más fríos, más oscuros...por fin, llega la noche más larga del año (que es como la traca final) y ahí, en ese momento, todo cambia.

De repente tienes la promesa de que los días serán cada vez más largos, eventualmente más cálidos....y poco a poco irás viendo las primeras yemas que anuncian la primavera.

Es el momento en que tomas consciencia de que lo más duro ha pasado: no por nada en muchas culturas a noviembre se le llama el "mes negro", un mes que tradicionalmente cuenta con el mayor número de suicidios. Donde los viejitos mueren porque ya no tienen fuerzas para esperar otra primavera.

¿No os parece algo digno de celebración?

El año pasado pasé las vacaciones de Navidad en Irlanda y fui testigo de algo que me gustó muchísimo, y que me parece una manera serena y muy bonita de unir esas dos contradicciones que parece que muchos sufren en esta época.


En Irlanda el día de Navidad -en el que suelen ir a misa, pero en eso mejor no entramos-, antes del banquete, se acercan en familia al cementerio a visitar a sus seres queridos: integrándolos de esta manera en la celebración.

Y los cementerios irlandeses en esta época son dignos de verse. Porque no solo van, o llevan flores: realmente, llevan la Navidad a la tumba.

Te puedes encontrar árboles con luces, los juguetes que le han traído Santa (por ejemplo, vi un balón), flores de Pascua, adornos de todo tipo...me pareció tan espectacular como inesperado.

Nunca vi llevar la Navidad más allá de nuestras puertas, y desde luego, me pareció totalmente maravilloso. El cementerio estaba cálido, lleno de vida, celebrando una fiesta.

Numerosos adornos estaban bajo urnas para evitar que se los llevaran los cuervos (por cierto, que si alguna habéis se os ha planteado la duda entre crow y raven -como la tenía yo- es que no habéis visto un raven, ya os lo digo).

Todavía me dura el asombro y ya hace un año; y es que me pareció una manera tan serena de unir los dos mundos, tan festiva, que aun estoy ojiplática.


Así que, igual que el Cementerio del Bosque de Estocolmo me pareció el mejor sitio de descanso posible; la tradición irlandesa de acercar la Navidad a nuestros ancestros también me ha gustado muchísimo (y me la quedo).

¿Harán lo mismo en España los que vayan al Cementerio de los Ingleses de Madrid? Ya tengo plan. Habrá que ir a comprobarlo.






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