domingo, 20 de julio de 2014

A rebusco: mis 5 flores favoritas

Ey! ¿Qué habéis hecho este sábado? Yo, ir a rebusco. De garbanzos.

El rebusco es, para que me entendáis, un tipo de gimnasia ancestral que consiste en que abras mucho mucho las caderas como con el mejor yoga para que se te ponga el curo duro duro como con en el mejor pilates. Vamos, lo que viene siendo pasar tras cosechar por un campo y recoger lo que ha quedado, con el culo en pompa y poniéndote moreno sin necesidad de piscina. El deporte más completo. Porque también trabajas brazos: al terminar tienes que trillar y aventar...El que no se pone en forma es porque no quiere.

Y es que me pareció la mejor manera de moverme un sábado: era eso o "salir a andar", "dar una vuelta con la bici" o "salir a correr". Ocupaciones que yo, si no viene nadie detrás ni me lleva a ningún sitio, no termino de pillar el gusto.

Así que preferí la otra ocupación; la que me dio dos kilos de garbanzos (aunque luego los regalara) y me hizo abrir los chakras por completo. Tras tres horas cuando arranqué a andar y era una mezcla entre el hombre de hojalata y una jirafa. Por lo de no poder doblar las rodillas. Madrileños, ¡cuanto cuesta producir un cocido! No os digo más. Ahora, la siesta que me eché...estupenda.

Y en estas andaba cuando me dio por pensar cual eran mis flores campestres favoritas. Porque hay algunas que te quitan el aliento; un prado completo de estas plantas anima hasta el más deprimido, y enseñan de disfrute estético más que muchas obras de arte.

Mi number 1: un prado de girasoles. La combinación perfecta entre ingenio y belleza. Absolutamente breathtaking: un tamaño impresionante, un color brillante fantástico, danzan buscando el sol en un movimiento que parece un guiño. Y, por favor, nos dan las pipas que es uno de los mejores alimentos-vicios del mundo; lo que más echaba de menos en mi Erasmus como bien saben mis amigas que llenaban sus maletas (lo siento, jamón serrano). ¡Ay las pipas! A esto si que enseñamos a los niños desde pequeñitos y no a bailar flamenco como dicen algunos guiris. Esto si que es sabiduría ancestral española.

Y es que creo que Van Gogh, como muchos de sus congéneres,  no saben el placer tan absoluto que hay en estas semillas (que ellos las usan para enriquecer el pan), si no, no lo habría pintado de manera tan deprimente. ¡Vale! No estaba en su mejor momento. Pero si hubiera pasado en su vida una sola tarde comiendo pipas en un banco, nunca de nunca los podría ver de esta manera.

En especial estos en un jarrón: qué tristeza, ahí alicaídos, sin sol al que sonreír. ¡Ay, que lástima! ¡Qué alguien le de una bolsa de pipas pero ya!

Y es que esta flor majestuosa está mejor acompañada, como los Guerreros de Xian: miles y miles bailando juntos como en los campos de Cuenca. Un ejército de flores felices que se recrean al buen tiempo...Una locura, pero...¿qué tal quedaría nuestra bandera de España con un girasol? Ummm.....


Mi número 2 es un campo de lavanda. Uy, esa mezcla entre placer estético absoluto y olor extasiante. OMG. Ardo de deseos de tener una cottage en medio de una plantación de lavanda, y hala, todas las mañanas rodeada de lavanda...Y es que además estas flores, que también gustan de estar en grupo dadas de las manos, saben también como echarse un buen baile, esta vez, al son del viento. Si es que son de un listo...

En Pinterest somos unos cuantos los fans de esta planta, ya os lo digo. Es como los gatos al youtube...Y si alguien tiene en venta un prado de lavanda, que no descarte en ponerse en contacto; puede que sea la primera obra de arte de mi futura colección  :)


Mi número 3 es un campo de dientes de león, una planta que no gira, que no baila: si no que se entrega
por completo, se deja llevar y flota, como las cortinas cuando se inflan bajo una corriente de aire. En esto, aplausos a Frozen que ha sabido sintetizar muy bien la alegría que conlleva esta flor con la canción Summer de Olaf; un diente de león en sí mismo, taaaaan amoroso. Porque, todos habéis disfrutado del placer de soplar un diente de león, ¿no?

Mi número 4 sería un campo de algodón si no tuviera tan presente -y reciente- la esclavitud y las míseras condiciones de trabajo que ha acarreado, y seguro, que conlleva todavía hoy. Me parece una planta muy hermosa, cercana al placer de ver un campo lleno de almendros en flor; pero conlleva, a su pesar, unas connotaciones de sufrimiento que no me permite aún disfruta de ella. Así que, mi número 4 es un campo de margaritas. 

Un campo de margaritas es ese campo tan especial donde, no solo disfrutas de sus colores y su olor si no donde, muy probablemente, acabas rodando cuesta mezclándote con ellas y te recreas haciendo preguntas a sus hojas.

Es la planta "pequeña pero matona" que, como las anteriores, tiene una belleza que reside en la fuerza del grupo. ¡Margaritas del mundo, uníos! Dan ganas de echarse la siesta en este prado, ¿o que?



Y mi número 5 son los campos de amapolas: un poco en honor de mi padre y mi hermana que tanto les gusta. Y les define también. Ya sabes: eres más de campo que la amapola.

Ha sido más retratada por los pintores que las anteriores; además de que es bonita viene muy bien para que el rojo brille en contraste del verde. Una cuestión de elegir los colores para un fin.

Personalmente creo que sería perfecto un prado con amapola, retama y cantueso. Uy, violeta-rojo-amarillo....no quiero decir nada, pero creo que mi inconsciente me acaba de producir un campo republicano. Ja,ja.

Y estas son las mías. ¿Tú, entre qué flores te perderías?





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