Aunque me encuentro «cerrada por oposiciones» tengo amigos
muyyyyyyyy pesados que llevan ya varias semanas con el come come de que me vea
El Ministerio del Tiempo. Y no es que me diera pereza per se, pero es
que…tengo que estudiar, ¿no?
Pero al final, sabiendo que son lectores de este blog, pensé
que seguro que me lo recomendaban con conocimiento de causa. Además, sé que no
son muy de orgullo patrio a lo loco; así que decidí darle una oportunidad.
Y eso que el esfuerzo es doble porque, por un lado, no puedo
dejar de pensar en Isabel y en su magnífica cabecera que ya he elegido como
epitafio visual, y me parecía que irme con el marido (¡el Príncipe de
Maquiavelo, ahí es nada!) era equivalente, por lo menos, a ponerle los cuernos.
[¡Qué todavía no le he perdonado que le quitara la corona a su propia hija…ay,
si le pillo!]
Y luego está el hecho de que no tengo tele. Desde hace 17
años. ¡Y tan feliz! No sé ni que detergente limpia más blanco, ni qué coche es
el más molón, ni que perfume te hace más atrayente…ni falta que me hace.
Probadlo: vives más feliz que una perdiz. La única utilidad que le veo a la
televisión es tenerla enganchada a una videoconsola. Por lo demás…
Pero no tener tele es no haber visto nunca de nunca –ni un
capítulo ni medio– ni Periodistas, ni Cuéntame, ni Un paso adelante…la última
vez que tenía tele echaban Al salir de clase. Con eso os lo digo todo (¡Qué
serie, si salieron todos de ahí!).
Total. Que decidirme a ver una serie española me lleva
vencer la pereza del nivel de exigencia BBC…y a conectarme a rtve a la carta.
Que está fenomenal, no sé si os habéis dado del pedazo de archivo que tenemos
con esta web. Y no es que yo trabajara en sus textos en la fase inicial, que
también; pero ya desde la versión en Beta me di cuenta del potencial de esta página.
¡Chapó! Si es que tenemos de todo, oiga.
Así que decidí por ver un capítulo a ver qué
tal…y me terminé los cuatro que había. Del tirón. Y no me arrepiento. Bueno, a
lo mejor cuando salgan las notas de ese examen. Pero por ahora me alegro del
descubrimiento.
Y es que, como muchos sabéis (porque los lunes por la noche
está todo el mundo en casa) en el Ministerio del Tiempo se viaja a través de
puertas para arreglar cosillas del pasado que puedan afectar al normal
desarrollo de la historia.
Vamos, lo que nos gusta: que viajan a lo largo de la
historia vestidos y peinados a la época, conocen a gente como el Lazarillo de
Tormes, Picasso y Lope de Vega, y de vez en cuando hay algún mamporro y amorío
para amenizar. ¿A quién no le va a gustar?
Otra amiga me dijo que era copia de Doctor Who.
Bueeeeeeeeeno. La fantasía de viajar entre distintas etapas históricas creo que
es tan antigua como el mismo concepto de historia. El que más y el que menos ha
soñado con viajar al Antiguo Egipto, o a la Edad Media (¡me lo pido!) o a los
felices años 20. Así que, creo, que en esto, no es que sea copia o no; es que
el tema es original solo hasta cierto punto.
Desde mi punto de vista lo que más destaca, y lo que más me
gusta, son esas pullas, chascarrillos y chanzas que, por otra parte,
tanto nos define como pueblo, ¿qué no?. Porque, el momento en que el actor
Rodolfo Sancho da como nombre ficticio en una posada Curro Jimenez o dice que
la reina Isabel I le suena «de algo»…la vida dentro del arte, sí señor. Ya que
este actor(azo) empieza a tener carrera como para auto referenciarse…¿por qué
no?
Aunque no son las únicas. También hay algún «zasca» con
temas actuales, con tópicos…y algunas gracietas más elaboradas como descubrir –por
fin– porqué Velázquez aparece en las Meninas con el escudo de la Orden de
Santiago si aún no se la habían concedido. Dar explicación a esto…fue...de nota.
Y es que la serie está, realmente, muy bien rodada, y saca
provecho a la herencia de tve, empezando por el magnífico vestuario de todas
las épocas: si solo tienen que pedir por esa boquita. Utiliza también muchas localizaciones que, personalmente, es algo
que agradezco; porque no puedo más con las series grasiosas rodadas solo
en un edificio. ¡Qué tostón! ¡Salid a que os dé el aire!
Y tiririn tiririn, mi debilidad: tiene una cabecera muy
buena. Sí señor. Y esto son palabras mayores. Es relativamente original,
moderna, bien realizada, con una música (sin letras) muy adecuada: realmente
sintetiza o presenta bien la serie. Un acierto de Natalia Montes y USER T38 (sus efectos especiales son los que han dado la calidad de altura internacional a la serie). Me gusta el nivel que están adquiriendo
estas pequeñas obras de arte.
Y es que, las cabeceras, no hay que saltárselas nunca. Qué sé
que viendo descargadas es muy fácil pasar este metraje. ¡Pero no! Una cabecera
te prepara para lo que vas a ver. Es una ruptura para que dejes lo que estabas
haciendo, lo que estabas pensando, y te centres. Una ventana que te ayuda a
pasar de la realidad a un mundo de fantasía. Las transiciones son importantes.
En la vida y en el cine.
Así que, dicho todo esto, espero que os guste esta serie que ya tiene asegurada una segunda temporada. Hasta donde se pueden asegurar las cosas en la cadena pública, claro. ¡Y no os pidáis a Velázquez que es mi personaje favorito! Me parto con él. Bueno, si os gusta otro más contadme, pero no me digáis que no es un puntazo que un retrato robot te lo haga un artista de su talla. ¿Helllooooo?